Hablaremos de la Sombra.
La Sombra es todo aquello que está dentro de nosotros y desconocemos . ¿Es muy fácil esta definición? Bueno vamos a complicarla un poco: Carl Jung, una figura monumental en la historia de la psicología, introdujo teorías que han transformado nuestra comprensión de la mente humana. Su concepto de la Sombra abarca aquellos aspectos de la personalidad que son relegados al inconsciente debido a que son percibidos como incompatibles o indeseables.
Lo apasionante de empezar a explorar esto es que a través de profundizar en el concepto y la vivencia, lo que buscamos es que la persona no se quede dentro de sus propios pensamientos sino que vaya transformando su vida a través del desarrollo de estos conceptos.
Comenzamos: al principio, el ser humano chiquitito (bebé) empieza a andar por el mundo; es frágil, pequeñín y empieza a través de sus vivencias instintivas/intuitivas a probar que le sirve y que no le sirve para vivir.
Ni siquiera hace falta tener uso de la palabra para esto. Y me parece importante decirlo porque desde que nacemos, estamos en ese plan.
De esa manera vamos desarrollando nuestra persona que es otro concepto de Jung: vamos constituyendo una manera de ser ante los demás como una máscara, de allí deviene la palabra personalidad.
Esa personalidad que construimos para mostrar hacia los demás, tiene en su interior un montón de cosas que hemos ido juntando por así decirlo a medida que íbamos transcurriendo nuestras vidas. Todo aquello que "nos servía" para desarrollarnos porque era aprobado por los demás, todo aquello que estaba permitido en el contexto en donde vivimos, todo aquello que era aplaudido por nuestra familia o nuestro entorno, formó parte de esa personalidad que mostramos al mundo. es la parte visible de nuestro ser.
¿Qué quiere decir esto? que vamos constituyendo una manera de ser ante los demás: la persona. Es aquello que mostramos hacia el mundo peeeeero. (Siempre hay un pero) instintivamente reprimimos el rasgo opuesto al que mostramos, porque todo en este mundo fenoménico tiene dos polos. Así como la luz y la sombra, lo bueno y lo malo, el día y la noche. vivimos en un estado constante de polaridad. La Sombra es uno de esos polos.
Psicológicamente, cuando uno de estos mecanismos funciona tendemos a exagerar y a usarlo para situaciones en las que convendría utilizar más flexiblemente otras modalidades de ser. (Y esas modalidades las mandamos a la parte de Sombra)
Por ejemplo si una persona es muy proactiva y está acostumbrada a solucionar sus problemas de manera inmediata sin procrastinar, y cuando llegue al momento de necesitar ayuda no pide, no puede delegar funciones, no puede dejar que otros le abracen y le permitan descansar, está haciendo un uso exagerado y poco flexible de un rasgo de personalidad que en sí no es ni malo ni bueno sino que lo que no está correcto es la poca flexibilidad y la exageración en la utilización de ese recurso de vida.
¿En estos casos, cómo recuperamos el recurso que no aparece? ¿Se pueden recuperar nuestros aspectos “sombríos" ?
¡Por supuesto que sí! Es más, considero absolutamente necesario recuperar los aspectos sombríos para ser personas y seres humanos completos.
Muchas veces ocultamos los rasgos sombríos porque quizás hemos olvidado que los tenemos o quizás los conocemos y nos dan vergüenza, o los consideramos negativos, pueden ser considerados negativos no solo por nosotros mismos sino por nuestro entorno de origen. Quizás en una familia ser independiente, o tener independencia como rasgo sea un concepto absolutamente ligado al género de la persona que compone esa familia. Esas cuestiones de ocultamiento de rasgos en una familia tiene que ver con una sombra familiar, y pueden verse a través de la reconstitución del árbol genealógico, a través de la indagación de esa dinámica para ver qué lugares ocupan los conceptos, los ideales de vida, los rasgos de carácter dentro de ella o dentro de los ancestros.
Puede ocurrir que hayamos vivido casi toda nuestra existencia de la manera en como los mandatos familiares nos dispusieron y de pronto descubrimos que ese “talle”, esa vida ya no nos entra más y que necesitamos otro más, otro talle, otro modo y que además lo tenemos dentro de nosotros, está dentro de lo que se considera la Sombra. Aquellos rasgos ocultos, que nosotros mismos mantuvimos ocultos para que no afloraran porque estaban mal vistos. Al principio puede ser que no nos sintamos adecuados ejerciendo ese rasgo de personalidad, porque se empieza a ampliar y consolidar la identidad que estaba escondida. Es muy hermoso saber qué podemos tener a mano esos rasgos cuando nos hacen falta. Es muy hermoso saber que todos tenemos esa posibilidad. Y de hecho lo más hermoso es saber que si lo necesitamos contamos con esas capacidades, aunque hayamos aprendido a mantenerlas ocultas. Eso nos hace seres completos.
¿Hay alguna edad para darse cuenta de esto? Y aquí voy a volver a la teoría de nuestro querido Carl Gustav Jung quien propone que en una primera mitad de la vida al ser humano le lleva todo su tiempo ejercer y desarrollar su parte individual, es decir aprender a funcionar en una familia y en una sociedad. Dentro de esa familia o algo parecido no se puede sobrevivir si no se aceptan las reglas que en la misma se plantean por lo tanto escondemos las partes que a las personas grandes de nuestro entorno no les gustan o son desaprobadas para adaptarnos a la sociedad, hasta más o menos la adolescencia en que ahí también ocurren otros cambios. Dentro de la adolescencia ocurre “La Rebeldía”: pintarse el pelo de verde y aceptar que sí o sí se tiene que ser rebelde, sin darnos cuenta de que esos cambios tampoco le pertenecen al adolescente sino que son bastante culturales. De hecho, la adolescencia no es un período igual, ni se vive igual en todas las culturas.
Seguimos con este curso vital y la sociedad le pide al ser que estudie o que trabaje, se enamore, tenga hijos y corra y trabaje para sostener a esos hijos y así vamos llegando a más o menos la mitad de la vida. En este momento algunas personas tienen la vida encaminada y otras están al borde del derrumbe.
Más allá de cualquiera de las dos opciones empieza a ocurrir algo en nuestra psique: Primero que esta segunda mitad de la vida-en este momento- ocurre un poco más tarde, es posible comenzar a ser feliz más tarde de los 40 o más tarde de los 50 años. El problema fundamental es que queremos vivir nuestra vida en la segunda mitad, con las reglas que aprendimos en la primera mitad.
¡Y es imposible! La vida humana puede compararse con el recorrido que hace el sol: por la mañana asciende e ilumina el mundo, al mediodía alcanza su grado más alto y a la tarde comienza a disminuir su luminosidad. La mañana y la tarde son igual de importantes. Sin embargo la luz es diferente. Las reglas son diferentes. Aceptar esta realidad significa reconocer la curva vital, a la cual debemos ajustar nuestra realidad. El camino ahora es hacia adentro. El camino ahora es hacia la introversión en lugar de la expansión. Lo que debemos encontrar en la juventud ya lo encontramos, ahora la persona en la tarde debe realizar un camino interno hacia los descubrimientos que guarda. Ese camino empieza con la aceptación de su propia Sombra. Significa dar lugar a esos rasgos ocultos que no son negativos sino negados, pueden ser por ejemplo un talento no desarrollado, una manera de plantarse ante la vida que no se había utilizado, un hobby para tener. Pueden incluir dejar de ser aquella a quien siempre recurren cuando hace falta algo y que siempre está dispuesta a ayudar. Hay miles de ejemplos. Primero, en esta segunda mitad, aceptar la Sombra, dejarla ser, dejar que fluya. Ese camino que comienza así, va a culminar con el desarrollo del sí mismo. Eso lo hablamos en otro posteo.