A estas alturas, llevo más tiempo vivido sin vos que con
vos. ¿Pero entonces? Cuánto suman los poquitos años ésos en mi vida, y suman
para bien.
Sólo me queda agradecer esos tiempos, cuando me decías
“gringa”, me llevabas upa ( si fuera ahora quizás sería al revés), y tu hombro estaba ahí para mojarlo con
lágrimas berrincheras. Cómo brillaban tus ojos con tu pasión por la historia, tus libros, tu visión del mundo, tu mística.
De algún modo aquí estás, aún. Ocupando tiempos y espacios personales que
nunca imaginarías, con el afecto de nietos que nunca conociste, pero, mirá lo
que son las cosas, saben de vos. Porque constituís mi presente, van estas palabras hoy.
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